Nada se autoriza en la vida de Bruce Springsteen si no lo autoriza su manager Jon Landau. Este fue el crítico del quincenal “Rolling Stone” que escribió:
“he visto al futuro de Rock and roll: Bruce Springsteen”
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Tanto acertó que hoy es multimillonario y sigue siendo el manager de Springsteen desde hace 40 años.
Peter Ames Carlin, un periodista de la revista “People”, -algo así como el “Hola” de América- presume de haber podido penetrar hasta en las tinieblas de la mente con esta “pro-biografía” de su ídolo, curiosamente autorizada por Jon Landau.
Toda su prosa de loas, vítores y anécdotas de un “genio” es un compendio de aventuras de un fan que se convence a sí mismo de que su ídolo es un ser maravilloso, con sus debilidades humanas, pero con el espíritu de un ser superior.
La verdad es que el libro se salva de ser un completo desastre, gracias a que el biógrafo de cabecera nos cuenta relatos de algunos años de depresiones y las visitas del “santo” Bruce al psicólogo, con la ingesta de algunos ansiolíticos en estos últimos años. Pero por lo general es un completo bofetón incluso para los más acérrimos seguidores de Springsteen.
El aspecto político de la carrera de Bruce se queda como un expediente cuando se cuenta que Springsteen es demócrata, porque los “demócratas son los que van a favor de la gente pobre”.
Tal simplificación descarta de la posibilidad de que nuestro héroe del rock contemporáneo se sitúe en cualquier movimiento intelectual. La verdad es que Bruce jamás ha presumido de ser un lector ávido de aventuras intelectuales que hablen precisamente de los movimientos sociales, movimientos obreros, salvo para defenderlos con el aire de un sindicalista obrero.
También nos enteramos que en su juventud era tan atrevido que incluso llamó a su primera banda de rock con el nombre de Intergalacti Pubic Band. Un “pubis” atrevido en la conciencia de un niño que con sus canciones iba a estructurar el rock pasadas las décadas de Chuck Berry, Elvis e incluso John Lennon. Un genio de Nueva Jersey., donde prevalece la clase obrea de la que hablaba el “beatle”.
El libro NO ES como una biografía al uso. A veces aparecen , un revoltijo de anécdotas como ensaladas de col. Por ejemplo, una aventura que me llama la atención es como trataba a alguna “groupie” en su juventud más perversa. No me imagino que salga de la boca de Bruce:” Cuando quiera verte, tendrás que estar aquí, conmigo. Cuando no quiera verte , tienes que irte inmediatamente”.
Es cierto que a veces ha pecado de “macho man”, pero eso eran pecados de juventud para este sociólogo de biografías de reyes, vistas a través de un kalidoscopio de colores tenues y favorecedores.
El manager del “boss” ha sido tan bueno con este biógrafo-fan de que le ha contado hasta como un día quisieron echar a Max Weinberg, el batería de la E. Street Band, pero este se puso a tomar clases de percusión y se libró del despido.
La única vez que he trabajado con Weinberg en mi vida, es cierto que no puede ser un batería más deficiente. El gran Tom Dowd produjo un disco a Miguel Ríos. Weinberg tocaba la batería en algunos temas. Esos mismos temas fueron los que el propio Dowd tuvo que arreglar con mi batería electrónica Linn.
Queda claro en la biografía de este reportero del corazón que más allá de aventuras musicales, la poco compleja vida se ha atascado o liado con las madejas de sus amores.
Casado, divorciado y re-casado para Bruce eso es demasiado para su pobre corazón. Pero ahí queda “Tunnel of Love”, posiblemente el mejor album del “boss”. Se demuestra que es de “carne y hueso”, que es capaz de sufrir por culpa del corazón.
Por lo demás, este reportero biógrafo sólo presume de que el gran Bruce “ha colaborado con él”. Por supuesto, con la autorización de mister Jon Landau, el único que pudiera escribir la verdadera biografía de Bruce, pero esa jamás la conoceremos.