Hoy es el 56 aniversario de la muerte del gran bluesman Sonny Boy Williamson.
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En muchas ocasiones los discos en directo han sido la excusa contractual perfecta de los músicos para cumplir con los álbumes estipulados con su sello discográfico. Pero siempre ha habido excepciones, y una de ellas son los dos volúmenes de “Newcastle-on-Tyne, December 1963” de los Animals, uno de ellos precisamente con Sonny Boy, por entonces de gira en las islas.
Es un disco con mal sonido, pero del que saltan chispas de los surcos. Definitorio documento sonoro de un momento preciso, del fragor del combate en un club pequeño y abarrotado en los que se puede sentir, casi palpar, el entusiasta tumulto juvenil, la excitación general, el sudor que cae del techo.
El maestro y sus discípulos en perfecta armonía, en su estridente salsa con el pequeño pero matón Eric Burdon aullando y Sonny dándole la réplica. Especialmente bueno es el medley de “Talkin´Bout You” con “Bye Bye Johnny” de Chuck Berry, rebautizadas para la ocasión “Nobody But You” y “Bye Bye Sonny”, ambas homenajes a la figura del desdentado bluesman.
Sonny Boy Williamson II había recalado a principios de los años sesenta en Europa en varias giras durante el apogeo de la moda del blues británico. The Authentics le acompañaron en el American Folk Blues Festival, y tocó en directo tanto con The Yardbirds como con los Animals y con Jimmy Page y Brian Auger.
El viejo bluesman de cincuenta y pico años se dejaba querer por las nuevas generaciones de rostros- pálidos. Le gustaba su reconocimiento, pero no se los tomaba en serio: “Esos chicos ingleses quieren tocar tan mal el blues, que así es como lo hacen”.
Se burlaba de su bisoñez como músicos, de esforzados aprendices del blues, en Estados Unidos cosa de negros hasta hacía bien poco.
El problema no es que Sonny Boy prendiera fuego a su habitación de hotel en Londres mientras intentaba cocinar un conejo en una cafetera, lo peor es que la vida se le escapaba sin remisión en aquellas actuaciones en el Viejo Continente.
A su regreso a los Estados Unidos falleció de un aparente ataque al corazón el 25 de mayo de 1965 mientras dormía. Al menos le dio tiempo a ser reconocido por toda una nueva generaciòn de músicos británicos que revolucionaría el rock.
Famosa es la anécdota que contó Robbie Robertson en “The Last Waltz” de The Band, cuando se encontraron con Williamson en Helena, Arkansas, a su llegada de Europa. Le vieron tocar en directo y mientras actuaba escupía de vez en cuando en una lata. Creyeron que mascaba tabaco y que eso es lo que escupía, pero Robertson se dio cuenta más tarde de que lo que escupía era sangre.
Sonny Boy se había aficionado a los fans europeos (mucho más agradecidos que los de su propio país) y mientras estaba allí se hizo un traje bicolor a medida, junto con un bombín, un paraguas a juego y un maletín para sus armónicas.
B.B.King le consideraba sin mayores miramientos el “rey de la armónica blues”, y se cuenta que un Robert Plant de 14 años le robó en uno de esos conciertos una de sus armónicas.
El legado de Sonny Boy continuó a partir de 1966 con nuevas versiones de su celebrado “Help Me” (Canned Heat, John Mayall´s Bluesbreakers, Ten Years After, Van Morrison); “Eyesight to the Blind (The Hawker)” que los Who incluyeron en “Tommy” (la única composición no suya del doble LP); “Bring It on Home” en versión de Led Zeppelin; “One Way Out” que hicieron a principios de los 70 los Allman Brothers o “Don´t Start Me Talkin´” que recuperaron los New York Dolls.