“ Little Richard: I Am Everything ”, dirigido con supremo amor y perspicacia por Lisa Cortés, es el apasionante documental que se merecÍA Little Richard.
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Es una película que comprende, de adentro hacia afuera, qué gran artista transgresor fue, cómo su brillo estelar cambió toda la energía de la cultura, pero también cómo la sorprendente naturaleza radical de lo que hizo, casi desde el momento en que sucedió.
En la película se narra como se convirtió en una estrella, una leyenda, un mito ambulante de la gloria del rock formativo. Pero como argumenta “Little Richard: I Am Everything”, y de manera bastante convincente, las cualidades que Little Richard aportó al rock ‘n’ roll se han subestimado sistemáticamente.
Fue considerado, en cierto modo, como un artista”escandaloso”, una pieza excéntrica y extravagante que acompañaba a la elegante dínamo de Elvis Presley en la puerta de al lado.
Su famoso tema “Tutti Frutti”, como documenta “I Am Everything”, fue cantada por primera vez por Richard como una canción sobre el sexo anal. La letra original decía : “Tutti Frutti, buen botín,/Si no te queda, no lo fuerces,/Puedes engrasarlo, ponlo fácil…”).
La letra, por supuesto, se cambió a algo más presentable, y se podría decir que, sea lo que sea que se trate de “Tutti Frutti”, su letra más importante era “A-wop-bop-a-loo-mop-a-lop-bam- ¡auge!” Pero decir eso es malinterpretar el misterio de cómo funciona el arte.
“I Am Everything” celebra al Little Richard cuya insolencia megalómana anticipó, y de alguna manera marcó el tono, del volcánico orgullo de Muhammad Ali.
La película comienza con Richard en la banda sonora diciendo: “¡Soy el emancipador y el arquitecto! ¡Soy el que empezó todo!” ¿Se refiere al rock and roll? Escuchamos a Billy Porter declarar que Little Richard era Elvis.
Porque fue Little Richard quien encendió la llama. Su presencia estilizada y sexualmente fluida, combinada con el empuje primitivo del rock, abrió una puerta que Elvis y Jerry Lee no abrieron: la puerta a todo lo que sucedió en los años 70 y más allá, desde el glam rock hasta Led Zeppelin, el esplendor ostentoso de Elton John y la despreocupación erótica. de Prince al filo lírico de Lil Nas X. Richard, con más fuerza que nadie, anunciaba una nueva forma de ser.