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José Pérez lleva veintidós años en el restaurante El Quijote, situado en el sótano de uno de los costados del Chelsea Hotel.
Me cuenta que , Harrison Ford le preguntó en una mesa del restaurante la misma pregunta que se repite constantemente:
-¿Cree que el Hotel Chelseavolverá a abrir sus puertas para clientes?
Jose Pérez, de Tuy, Pontevedra , sonríe sarcásticamente y replica que eso es prácticamente imposible. Me confirma que todavía viven noventa personas en el hotel y el hotel es un “landmark”, un edificio histórico, imposible de derribar legalmente, protegido hasta por el Ayuntamiento neoyorkino.
El gerente del El Quijote me relata de que acaban de quitar todos los cuadros que estaban en el “lobby” del hotel. Incluido ese horrible de la cabeza del caballo blanco, que le tenía tanta manía. Quieren cambiar además todas las tuberías y agrandar muchas de las habitaciones.
José me asegura que su jefe, el dueño de El Quijote, Manuel Ramírez,otro gallego, con muchos negocios en la Florida y en el este norteamericano, presume de poseer la franquicia del restaurante del Chelsea Hotel desde los años setenta y tiene renovada su licencia para otros veinte años más de contrato. Para José, su jefe don
Manuel, “tiene pecho” para aguantar todo, desde que llegó a Nueva York con 24 años. Pasan y pasan los años y el hotel Chelsea siempre estará ahí.
De hecho, el edificio de estilo victoriano gótico, con sus ladrillos rojos, está ahí desde 1885. Es un mundo, un lugar mágico, entre la Septima y la Octava avenida. En una calle, la 23, que tiene también como imagen la famosa Plancha, el edificio Flatiron, que divide Broadway con la Quinta Avenida.
En el año 1972, la primera vez que fuí a Nueva York , naturalmente peregriné al Hotel Chelsea. ¿Por qué?. Porque sabía que prácticamente era el eje de un mundo cultural único en la historia intelectual norteamericana. Era como el cafe Gijón de Madrid, pero a lo bestia. En los setentas todavía andaba enamorado de Bob Dylan y sabía que el poeta Dylan Thomas, del que Bob birló el apellido, prácticamente,murió allí. En una habitación del segundo piso se tomó su último whiskey y su famosa infusión de morfina. Murió al dia siguiente, en el cercano hospital San Vicente, en 1953.
Como era un loco de la Velvet Underground, de Lou Reed y su recién aparecido álbum “Transformer”, producido por Davie Bowie, tenía que ver el lobby donde se suponía que Andy Warhol, con la asistencia de Paul Morrisey habían filmado el primer pequeño gran éxito cinematográfico de Warhol, su delirante Chelsea Girls. En la cinta aparecía Nico, la berlinesa que había actuado como modelo y había aparecido en el famoso
anuncio del centenario Terry, el coñac español. Era la rubia exuberante, montada en el caballo blanco del anuncio.
Nico estuvo en Barcelona, a finales de los años setenta. Comimos con ella en uno de los reataurantes de Monjuitc. Le ví colgado en su cuello, un crucifijo único, diferente. Lo había visto antes y le dije:
Ese crucifijo te lo regaló Jim Morrison, ¿verdad?
Nico se sorprendió y me contestó:
¿Cómo lo sabes?
Nico y Jim Morrison vivieron muchas noches de pasón en la habitación 110 del Hotel Chelsea. Nico murió absurdamente, en Ibiza, en en 1988, de un derrame cerebral, mientras corría en bicicleta. Pero también era la cantante de la Velvet Underground, el grupo de mi propio mito, Lou Reed.
A mitad de los noventa cené en el El Quijote con mí idolo. Así se convertía en mi pequeña gran victoria sobre el Hotel Chelsea. Lou me contó que eran unos años en que lo más fácil era ir contra la cultura que generaba el impresentable presidente Johnson. Pero prefería hablarme de su pasión por Edgar Allan Poe, más que de las historias
del hotel Chelsea.
Siempre se ha dicho que Bob Dylan odiaba a Andy Warhol, porque puso todas las trabas para que Bob jamás pudiera acostarse con la estrella warholiana, Edie Sedwick, guapísima, impresionante. La modelo tenía loco a Dylan desde hacía mucho tiempo. Por supuesto, la conoció en el Hotel Chelsea. ¿Es verdad que se casó con Sara Lowlands, la mujer que le dió sus cuatro hijos, porque Edie le rechazó?.
Lo que sabemos es que Bob escribió su maravillosa canción de amor ‘Sad eyed lady of the Lowlands’ en el hotel Chelsea. Siempre decía que dedicada a Sarah, apoyandose literariamente en el apellido de su mujer, como lo confirma en la letra del tema ‘Sarah’, en 1976, cuando ya estaba muerto el matrimonio y Bob tuvo que pagar más de 20 millones de dólares por el divorcio.
Sabemos que Warhol odiaba a Dylan cuando se enteró que Dylan jugaba a los dardos, en su casa de Woodstock, con el cuadro “Silver Elvis”, que le había regalado Warhol. ¿Por que ?. Dylan dicen que siempre ha presumido de comportarse como un homofobo. Warhol, probablemente, le parecía un maricón insoportable.
Un irónico e insoportable Arthur C. Clarke, antes de escaparse a su refugio atómico en Sri Lanka, pasó muchas y muchas horas en la habitación 1008 de hotel Chelsea, escribiendo el guión perfecto para que Stanley Kubrick le dejara tranquilo de una puñetera vez. Estoy referiendome, naturalmente , a “2001 Odisea Espacial”.
Kubrick contó que Arthur se pasó demasiado tiempo en el iconográfico bar del hotel Chelsea, bebiendo y bebiendo con sus compadres Allen Ginsberg y William Burroughs, clientes habituales del Chelsea. A Arthur nunca le gustaba Nueva York. Sólo disfrutaba de la barra del Hotel Chelsea.
Que noches y noches de pasión, de destrucción del alma, sucedieron tres años después, cuando la maravillosa Patti Smith, que todavía no era famosa y un deseperado e irreflexivo Sam Shepard escriben juntos la obra teatral “Cowboy mouth”. Sam acaba de abandonar a su esposa, la actriz O-Lan jones y a su primer hijo de tan sólo un año, por la locura Patti. Curiosamente, el título de la obra lo habían robado de
una de las frases de Dylan de “Sad eyed lady of the Lowlands”. Sam no volvió a tener un rumbo fijo hasta que se casó comienzos de los años ochenta con la chica King Kong, la maravillosa Jessica Lange.
Dos años después de conocer el Hotel Chelsea, en 1974 , me entero que Leonard Cohen , que conocía muy bien el Hotel Chelsea hacia años, desde que en los años sesenta se ligaba a las tías de la factoría Warhol, escribía su inimitable canción para barítono , “Chelsea Hotel No 2” . ¿Quien era la mujer de la letra, la “cabeza de una cama jamás hecha?. Leonard Cohen confesó diez años después que se trataba de Janis Joplin, otras de las adictas al Chelsea, siempre que estuviera en Manhattan para actuar en el aquel tiempo maravilloso Fillmore East del promotor Bil Graham.
También Jimi Hendrix se hospedaba en el Chelsea. Jimi vivió en el subsuelo de la calle 58 West, pero decidió que su casa se convirtiera en un estudio de grabación. Así nacieron los estudios Electric Ladyland , que todavía existen . Fue también el título de su obra maestra, su tercer álbum, donde se encontraba la maravillosa versión de “All along the wachtower” . Probablemente, musicalmente, la mejor canción de Dylan y donde Jimi hizo el mejor sólo de guitarra que se le reconoce en el mundo de la música.Durante la grabación de su famoso tercer album “Electric Ladyland” , el Hotel Chelsea era su cuartel general de operaciones.
Una mañana del 12 de octubre de 1978 murió gran parte de la aristócrata intelectualidad del Hotel Chelsea para convertirse en un templo “punk”. La novia de Sid Vicious, realmente el más vicioso de los Sex Pistols, la desesperada Nancy Spungen moría en el baño de la habitaciones numero 100 del hotel. Syd quiso suicidarse más tarde, pero un olor nauseabundo sigue sobrevolando todo el caso. ¿Quien mató a Nancy?. La última conspiración es que murió asesinada por su “camello” habitual.
Madonna estaba desquiciada tras su divorcio con Sean Penn . Había pasado las de Caín. Como en aquella noche que el actor la ató y empezó a pegarle. Aquello le marcó curuelmente. Corrió hacia adelante. Corrió hacia el sexo. Aquella experiencia convirtió a Madonna en una mujer muy especial. Su rabia derivó hacia el sexo como vicio. Buena parte de su escandaloso libro “Sex” , contiene las mejores fotos de Steven Meisel , tomadas en la habitación 822. Ese comic se llamó “Dita in the Chelsea Girl”.
Desde que apareció internet es muy difícil crear un mundo ecléctico , insperecional, sublimemente intelectual.Peter Doherty , el ex- novio y niñato de Kate Moss , aspirante a pintor que pinta con su propia
sangre, grabó una famosas sesiones de su grupo The Babyshambles , en el hotel Chelsea , en el año 2003 .
Uno de los libros que más me sorprendió en relación con el Hotel Chelsea se publicó hace unos años. Lo firma un disc- jockey irlandés llamado Joe Ambrose, que todavía vive en Tanger.. Creo que actualmente
termina otro libro sobre los irlandeses que participaron en la guerra civil.
Ambrose pasó meses en el hotel Chelsea . Se hizo amigo del periodista Danny Fields, que había descubierto a Iggy POop en los Stooges y a los Ramones, clientes habituales del hotel. Ambrose llegó a hacerse amigo
de otro de los habituales del Chelsea, el cantante de los New York Dolls, Sylvain Sylavin.
Hace dos años. Jorge Valdés-Iga utilizaba el hotel para filmar su película “Hotel Chelsea” , una extraña historia de suspense, que tenía a un matrimonio japonés, durante su luna de miel.
Poco antes del no admitir clientes en el hotel, dos semanas después de que se anunciara la venta del establecimiento, el manager apagó las luces de una orgía , en representación de The Greek Madonna.
Finalmente, el comprador del hotel no es otro que el especulador de edificios Joseph Chetrit , dueño del edificio más alto de los Estados Unidos, el famoso Willis Tower de Chicago. Es curioso , porque cuando
se terminó de construir el edificio del Chelsea Hotel era el más alto de todo Nueva York.
¿Que va a hacer con el Hotel Chelsea?. Se habla de convertirlo en un edificio de apartamentos, que fue su origen, tal como se hizo con el enblemático hotel Plaza. Cualquiera sabe. Pero como dice nuestro amigo
José siempre podremos tomarnos unos “calamares El Quijote” en el entresuelo del hotel. En realidad son unos calamares a la romana, pero suenan mejor así en ese mundo del viejo Chelsea neoyorkino. Arthur
Miller escribió en una de sus habitaciones que el hotel era la cúpula del mismísimo surrealismo.