Chuck Berry cumple hoy 85 años. Es el abuelo, el padre y hasta el tío del rock. El rock no se podría entender sin él. Personaje extraño, diabólico, a veces funesto ,a veces increíble.
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Como recuerdo, en este día tan especial, esta crónica que escribí en mi última visita a St. Louis para verlo:
Viajaba a St. Louis, el mismo día en que habia muerto asesinado el presidente democrata de Arkanas, Bill Gwatney Malos tiempos para Obama, que en estos estados sureños su perfil es un tiro al blanco para los republicanos.
Pero St. Louis siempre recuerda a su hijo malquerido Tenesse Williams y, sobre todo, en este “largo y calido verano”. Otro de los hijos semi-olvidados, Scott Joplin. Pero llevo mucha música de Scott Joplin en mi coche, que siempre la relaciono con la imagen de esos barcos de vapor que todavia orillean en el Missisipi.
Ya no hay tahures. Miento. Si, lo hay, pero ahora son enormes casinos flotantes en el rio, anclados y horteras, como los cinturones de Elvis.
Quien no se desmarca en el Loop por la noches de St. Louis es que no tiene sentido de la vida. Y, esta noche, por supuesto, pienso cenar en el famoso Blackberry Hill. Casualidad, fortuna o presuncion veo que el club anuncia a Chuck Berry para esta noche.
No hay entradas. Se han agotado. Pero el dueño Joe Edwards es generoso con nosotros. Joe posee la mas grandiosa galeria de famosos fotografiados de todas las que conozco. Hay fotos con Ray Charles, con Elvis, con Paul Mc Cartney, con Ketith Richards y, sobre todo, con Chuck Berry, repartidas por todas las parades del club .Hasta en los urinarios. Chuck Berry debía ser el dueño de Blackberry Hill.
Lo interesante es saber que los “rockeros nunca mueren”, si se recuerda la afortunada frase de Miguel Ríos que a mi nunca me gustó.
Chuck Berry esta “vivito y coleando”. Y tanto. Sobre las diez de la noche aparece sobre el escenario con una espeluznante camisa azul de lentejuelas ,como en los tiempos del soul.
Francamente, me quedo perplejo. Con una gorrita de marinero o de capitán de barco de tahúres, Chuck ,con 81 anos , cuenta un chiste y,ademas, haciendolo con un español no del todo malo. Entonces es cuando me empieza a pasar por la mente toda su “espanta” española sin acorde ni nota que la hubiera justificado.
Luego ,empieza a enroscar su serpiente de éxitos, con el efecto venenoso que todos conocemos, porque son temas se te meten por el espíritu como si su pócima milagrosa conociera tu alma. Con todo su efecto demoledor contestario .Pero simple .Como cuando describe al Negro que encarcelan por desempleado en ‘Brown eyed handsome man’ como a su edad describe el sexo o la promiscuidad en ‘Sweet little sixteen’ o ‘No particular place to go’, si se trata de “aparcar” a una chica.
Sin olvidar los clasicos que han robado todos los profetas del pop. Temas o himnos como ‘Roll over Beethoven’, “Rock and roll music” o el endémico sueño americano ,a traves de un Negro al incrible “Johnny B. Goode”, que se convierte en su recurso para hacer hacia el final su famosa paso del `pato”
Berry se mueve . Cuando se contonea, su mano va a hacia los riñones como broma o circunstancia de su condicion de octogenario. Se enrolla como el bateria-su mejor musico- y trata de no perder la tension de una buena “perfomance`.
La verdad es cuando mas oyes a Chuck Berry y su banda, mas condenas o subestimas a los Rolling Stones ,porque Jagger y companía ejecutan y suenan a Berry que casi t parece un plagio sonoro. Es algo clamoroso.
Berry pierde en ocasiones el ritmo con su nueva y viaja Gibson. Cada dos por tres se le desafina y el ni se da cuenta. Entonces es cuando aparece la figura de Ingrid . Su hija , su jefa y sus sustento en estos dias.
Ingrid toca la armonica como un “bluesman” del delta del Missisipi. Tambien canta. Pero es la hija de Chuck Berry y está condenada al fracaso. Es ella quien maneja al viejo, quien le tiene firme y vivo hasta que el “duck walk” ya no pueda darlo.
Es ella quien anima a todas las “chicas” para que suban al escenario como fin de fiesta. Lo malo de las “chicas” de Chuck es que muchas de ellas son sesenteras o quizá más mayores.
Es Ingrid tambien quien nos deja hablar con el padre , acabado el espectaculo de una hora justa de duracion. Pasados unos piropos sobre la salud y y la sabidura del mayor icono del rock vivo que se conozca, trato de meterme en tierras movidizas y pregunto por que no pudo actuar es Espana.
La respuesta con un acento rabioso del Missisipi es que me calle y que me remita al manager-bussiness o quien leche sea. Hago un giro completo a la conversacion y pregunto si va a grabar algo Nuevo. Berry se desilusiona con las languidas companies discográficas y suspira con “ya son otros tiempo`.
Pero la estrella se rie, reluce,cada dia mas de una actuacion es como un dia mas de sol radiante para el pionero del rock. Y me parece que su salud va para largo. Largo y espigado las probabilidades de los “riffs” de guitarra se multiplican.
Pero Ingrid es la la llave del misterio. Es ella la que se confiesa.
“Mi padre se enfadó muchísimo conmigo. Nos peleamos mucho. Y se cabreo tanto ,que se largo. No quiso actuar ,. Me dejo sola. No sabiamos lo que hacer. Que nos perdonen los españoles”.
El viejo tiene mala leche cuando quiere. Pero observo que paradojicamente no ha perdido su feroz sexualidad. Reparte besos a diestro y siniestro . Le importa poco la edad de las damas. Esas campanitas plateadas, como su cancion s “Ding a ling” ,todavia suenan ante la presencia femenina.
Abajo, una de sus actuaciones en el Blackberry Hill, más o menos en la época que estuve con él, en St. Louis´.