No hace falta decir que, probablemente, el “boss” es el artista preferido de los españoles. Es el numero uno sin duda para nuestros país.
Bruce Springsteen: recomendaciones
Este es un homenaje a sus 70 años:
Dicen los hippies” reciclados que Bruce Springsteen está cabreado, muy cabreado con los “cerdos” de Wall Street. En realidad, cada nueva gira es una especie de llamada a la guerra de que los demonios siempre nos vigilan, nos enturbian, nos aniquilan física,mental y económicamente.
Viví perplejo como Ronald Reagan quiso demonizar “Born to run“, que se había convertido en mi disco de vinilo de cabecera. Bruce Springsteen era mi héroe personal y entendí que unas cuantas frases cantadas con ardor desde la simplicidad de una guitarra se podían convertir en bofetadas para políticos perversos.
Casi esa misma sensación la recuperé veinte años después, al escuchar “Devils and dust”. El “boss” metía el dedo otra vez en el ojo, porque esa canción hablaba como si se volvieran a destruir los ideales americanos. Escrita cuando las tropas americanas entraron en Iraq .Era una señal y un compromiso.
Bueno, en realidad, Springsteen tiene el más fabuloso catálogo de canciones que jamás hubiera soñado un sindicalista. Ha escrito sobre policías, bomberos, soldados, obreros de la construcción, mineros, trabajadores de fábricas e incluso emigrantes.
También fue un obrero. Por poco tiempo. Cuando tenía 18 años fue jardinero. Pero su gran regalo no es la horticultura. Es el olor profundo de sus canciones.
En los años noventa, cuando volvíó a actuar en Madrid, me había impresionado su nueva vida. Bruce se había comprado una casa en Beverly Hills, que le había costado 14 millones de dólares. En ella escribió “Philadelphia” para Jonathan Demme.
Tras su caduca y ridícula extravagancia de “rock star” en la colinas de Hollywood, quiso retomar sus raíces. Le había metido miedo el fantasma de Tom Joad o “las uvas de la ira” y se volvió a casa, a New Jersey. A criar hijos. Hasta que llegó el 11 de septiembre y no tuvo más remedio que resucitar públicamente.
Escribió “Mi ciudad en ruinas” y volvió a ser ese maravilloso sindicalista de las buenas canciones.Había motivo para ello. Aumentaba el desempleo, la bolsa seguía cayendo. Pero muchos no querían cambios. Ni necesitaban de la música para que les cambiaran la mente.
En realidad, la música del iniciado siglo XXI no quiere sermones. No hace preguntas y tampoco tiene mensajes. El típico rasgo fervoroso americano.
Bruce Springsteen siempre resucita para acabar con el cinismo general No es un pálido jinete oportunista de la rueda social.
“Me siento como un viento sucio soplando sobre diablos “
Y vuelve a dar la cara por Obama. Los cuatro jinetes del Apocalipsis en forma de Wall Street, paro, guerras y terrorismo cabalgan desbocados.
Bruce ha dicho muchas veces que cuando está en un escenario se siente como un predicador, pero con fuego y azufre en sus palabras que hablan sobre el poder de la música. Sabe que todavía se necesita un revival musical y espiritual ;una experiencia comunal como en sus viejas canciones.
Los diablos existen. Están ahí. Los estamos viviendo. Pero nos reconforta saber que tenemos de nuestro lado el espíritu del “boss” bueno.